lunes, 29 de octubre de 2012

Después de todo, me alegra no ser tu tipo.

 
 
For you, I'd give up all I own
And move to a communist country
If you came with me, of course
And I'd file my nails so they don't hurt you
And lose those pounds, and learn about football
If it made you stay, but you won't, but you won't

So don't bother,
I'll be fine, Promise you won't ever see me cry

And after all I'm glad that I'm not your type
Promise you won't ever see me cry

martes, 18 de septiembre de 2012

Transexuales: Hacer lo que pocos se atreven


Me he caracterizado por ser una persona poco sensible ante la muerte.

Soy de las que piensa que todos cumplimos un ciclo, unos lo cumplen antes que otros, quizá antes de lo que nos gustaría cuando se trata de personas jóvenes.  La frase “el muerto al hueco, el vivo al baile” es mi favorita, finalmente para morirse solo hay que estar vivo.


Hoy quiero hacerle un homenaje a mi tía. Ella falleció hace un tiempo y logró en mí lo que nadie había logrado hacer en toda mi vida: Hacerme llorar en un entierro.


Gabriel tenía 15 años, estaba en el colegio y sabía que cambiaría su vida cuando un día dudó si le gustaban las mujeres, él sintió que su cuerpo no estaba acorde con lo que tenía en su mente.  Él ante dudas y confusiones decidió olvidar el tema, reprimir lo que había sentido en ese momento y prefirió negarse para sí lo que había pasado. Años después entró a la universidad, vivió en Alemania y se casó.

Era alto, ojos azules, tez blanca, cabello rubio, tenía la espalda ancha y el cuerpo que muchas mujeres desearían en sus camas. Él se convirtió en mi tío, era el hermano de mi papá y con el tiempo también fue mi padrino, nos distanciamos a medida que crecí y bueno, como suele pasar con la mayoría de los padrinos, no lo volví a ver...

Varios años después, me invitaron a tomar onces familiares, ese día conocí a Gabriela.

De repente me encontraba sentada tomando onces con ella, echando rulo como si hubiéramos sido amigas desde siempre, se veía divina, la reconocí por sus ojos azules, grandes, se veía tan alta con tacones, me preguntaba que cómo la veía, que le dijera tía Gabriela, ella argumentaba que siempre pensó que era una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre y ahora la tecnología, le había permitido verse como siempre había querido, no quería reprimirse más ni ir a aplaudir a las iglesias cristianas para que la ayudaran a cambiar lo que ella quería.  

Yo le respondí que se veía muy churra, era la verdad, sin embargo, más allá de eso tenía que comprender lo siguiente:

Mi tío ya no era tío, era tía.
Ya no tenía padrino, tenía dos madrinas.
Ya no era Gabriel, era Gabriela.


Ella falleció hace un tiempo. Para cambiar un cuerpo se necesita de una alta carga hormonal y pienso que el cuerpo no está acostumbrado a eso, un día estaba cenando con varios amigos en la casa y antes de sentarse en la mesa les dijo a todos: “Ya vengo, voy a bajar el celular”, nunca bajó.


Hay una canción espectacular en honor a ella que quiero compartirles, ella me la cantaba todo el tiempo y me decía que esa era su canción. Hace unos días la escuché y afirmó mis aun más mis pensamientos cuando pensé en ella: 

 Admiro que se soltó el cabello, se vistió de reina, se puso tacones, se pintó el pelo, caminó hacia la puerta, escuchó que le gritaron y aun así siguió adelante. La noche oscura ahora era de lentejuelas. 

Todos la miraban, se veía linda, atractiva, admirada, ella lo sabía. Ella hizo lo que pocos se atreven. Siempre fue una mujer amada, todos la amamos.

Todos tenemos un ciclo y debemos cumplirlo. 


La extrañé cuando escuché esta canción y de nuevo hizo que se me salieran las lágrimas, sin embargo, esta vez era diferente, me sentí feliz a pesar de que no está con nosotros porque cuando murió, murió cumpliendo su sueño: Ser una mujer.




jueves, 12 de abril de 2012

Todo empezó cuando el libro que me estoy leyendo empezó a lavarme el cerebro.

Es un libro que menciona muchas veces a Dios e independientemente de creer o no en él, leí un capítulo que me impactó y la idea muy resumida es la siguiente:

“Haz una lista de las personas que te hirieron y una lista de las personas a las que le has hecho daño. Búscalas y pídeles perdón, un perdón que te nazca, que sea sincero, del corazón”. Interesante. Empecé a hacer la lista y a buscar en el baúl de los recuerdos.


Googleé a un ex.


Recuerdo haberle hecho mucho daño y me sentía mal cada vez que me lo recordaban. Nos encontramos por accidente la última vez en un restaurante, fue uno de esos encuentros incómodos e inesperados, me miró a los ojos fijamente y si hubiera podido botarme del segundo piso lo hubiera hecho. Se fue del sitio en cuanto me vio llegar, muy apreciada mi bienvenida luego de 5 años sin vernos.

Gracias a SEO lo encontré.

Leí un par de artículos en su blog, allí encontré un mail y mientras chismoseaba sobre su vida sólo pensaba: ¿Por qué pedir perdón es tan difícil?. Tenía claro lo que quería decirle y en verdad sentía que recordaba las cosas que viví con él sin dolor, le deseaba lo mejor, la cagada la había hecho yo esta vez, quizás por eso lo sentía más difícil, no sentía rencor hacia él y me sentía motivada, así que decidí enviarle un mail.


Brillante idea:
¿Cómo sabré que leyó el mail? ¿Y si no lo lee? ¿Yo pidiéndole perdón a alguien?  - Apenas vea que es mío va a seleccionar y eliminar - ¿si lo leyó? ¡Fuck! Tengo que llamarlo.

Ring Ring:

-  ¿Aló?
-    Hola… ¿Andrés?
-    Sí, con él.
-    Hola, ¿cómo te va? Hablas con Diana Romero, ¿te acuerdas de mí?
-    Sí, claro... (3 segundos después) Obvio.
-    (Va a ser más difícil de lo que creí… pensé, además sentía un nudo en la garganta y sentía que se me iba a salir el corazón, compartimos un pasado pero ahora sólo somos dos desconocidos) Andrés, te llamaba para decirte que te escribí algo, a tu mail.
-    ¿Qué? ¿Cuándo? No he recibido nada.
-     No… ammm… lo envié hace unos minutos, agradezco lo puedas leer.
-     Ok. Bye.

(¡Uff! por lo menos no me colgó) Pensé.


Respondió mi mail esa misma tarde. Por el tono en que respondió, entendí que todos tenemos tiempos diferentes para perdonar.

Me sentí decepcionada.

Varios integrantes de la lista cuando hablamos me respondieron: “Fresca Romero, eso ya pasó, yo también quisiera que me perdonaras por los errores que cometí, todo bien” y quedamos bien, tampoco BFF (Best Friend Forever) quizás esperaba una respuesta similar, como mínimo otro tono en sus palabras.

Sinceramente, siento como si me hubiera quitado una carga de encima. Entiendo que no se puede tapar el sol con un dedo y en esta ocasión era yo quien se había equivocado en el pasado, habían pasado 5 años y todo ese rencor seguía allí, olvidado pero no perdonado. A pesar de eso, me siento bien conmigo misma, aprendí y sané ciertas heridas que consideraba caso cerrado, pero hasta que no los enfrenté no me di cuenta de lo contrario.

viernes, 9 de marzo de 2012

El hombre encima de las almohadas

Hoy necesito hablarles sobre un libro que estoy leyendo, me tiene en shock. Se llama “Parejas Felices con hijos ¿Cómo lo logran?”

Es un libro que he estado leyendo en el último mes, el cual a los dos capítulos según mi criterio era “obsoleto”, sentía que estaba escrito para mujeres y hombres del siglo pasado, siendo exagerada: Antes de Cristo. Sin embargo, no quería juzgar sin conocer, por lo que decidí leérmelo completo.

Se divide en consejos para padres y parejas, en cómo convivir con los hijos y al mismo tiempo cómo fortalecer los lazos con su pareja, hasta ahí estamos bien. Esta mañana leí lo siguiente, lo cito a continuación:


Página 172
Parejas
Capítulo: El hombre encima de las almohadas.

“ (…) La posición del misionero estándar es la más popular y la que menos posibilidades tiene de tocar los puntos más sensibles de la mujer. Coloque una almohada debajo suyo para subir la pelvis y llegar al punto G. Quienes hayan sido gimnastas, pueden lograr esto mismo abrazando con sus piernas la cintura o el cuello del hombre. Si pone los pies sobre los hombros de su pareja, conseguirá una inclinación más fuerte en la pelvis pero esa posición podría aterrorizar a algunos hombres. Es mejor utilizar almohadas”

Con el permiso del patrón, no conozco al primer hombre que esta posición ¿le aterre? ¡Por favor!  Es absurdo. Podría apostar, asegurarle que mi abuela hizo esa pose y le encanta, su abuela también la hizo. Es pose en donde ambos están más cerca que nunca y la penetración es más profunda. 

En verdad, ¿existe un hombre que no quiera hacerla?

Carol Ummel Lindquist, ubícate.

miércoles, 7 de marzo de 2012

La venia para los que se quieren casar

Algunas mujeres y algunos hombres han soñado con la boda perfecta. Los amigos, la música al entrar a la iglesia y la cola del vestido de 3 metros de largo, son apenas unos de los detalles que nuestra cultura nos ha enseñado que deben ir en una boda.

Día perfecto, sol radiante, familias elegantes...
No nos digamos mentiras: Todos sabemos que casarse significa contar peso a peso los asistentes y sacrificar cabezas porque el presupuesto no nos lo permite.

En las épocas de nuestros padres, estaba la tradición de: “Papi, paga tú la boda que mi suegro va a pagar la luna de miel…”  ¿Cuál luna de miel? ¿Cuál papi paga tú? Si ahora somos nosotros los que mantenemos a nuestros papás, vivimos solos o tenemos que hacer mercado mes a mes para todos en la casa. Sin mencionar, que a la suegra siempre hay que invitarla cuando salen a comer porque “hay que ganársela”.

El anillo más barato que vi en un folleto hoy en Kevin’s costaba $1.8 MM… el más económico. Sólo anillo de compromiso, sin diamantes de 18 quilates, ni argolla para la pareja.

Hay mujeres que pagan $3MM por un vestido que sólo utilizarán una noche, y que guardarán en una bolsita el resto de sus vidas. En plata, llevamos tan sólo $4MM y no hemos hecho nada. Que si se casa en una iglesia que no es la del barrio en donde vive, debe pagarles un permiso ($150.000 pesos) a la iglesia para que lo dejen casar en la que usted quiere, si la iglesia que le gusta queda sobre la séptima o es de la Cll 72 al norte, prepárese para pagar $500.000 pesos más, porque “eso es lo que vale”.

Ahora, resulta que el novio tiene 12 tíos, cada tío tiene mínimo un hijo, de los cuales ya varios son padres. No pudo invitar a sus amigos (claramente ya no le alcanza) es más, dígale a su jefe que su boda es confidencial para no tener que invitar a sus compañeros de trabajo. Sabe qué: Declárese en bancarrota. Siga soñando que recuperará todo en la lluvia de sobres, o que su amigo/tío “traquetín” le consignará $500.000 pesos en la cuenta como regalo.

Utilice la tecnología a su favor: Skype para los que no vayan, envíe las invitaciones por facebook, pida RT para que alguien le haga el favor del fotógrafo y llame a @link73 para que lleve el trago en la maleta. Siéntese con el novio, con la novia, use papel y lápiz, calculadora en mano y sobre todo, pregúntele primero si quiere casarse en una iglesia o si él/ella prefiere románticamente en una notaria.