jueves, 12 de abril de 2012

Todo empezó cuando el libro que me estoy leyendo empezó a lavarme el cerebro.

Es un libro que menciona muchas veces a Dios e independientemente de creer o no en él, leí un capítulo que me impactó y la idea muy resumida es la siguiente:

“Haz una lista de las personas que te hirieron y una lista de las personas a las que le has hecho daño. Búscalas y pídeles perdón, un perdón que te nazca, que sea sincero, del corazón”. Interesante. Empecé a hacer la lista y a buscar en el baúl de los recuerdos.


Googleé a un ex.


Recuerdo haberle hecho mucho daño y me sentía mal cada vez que me lo recordaban. Nos encontramos por accidente la última vez en un restaurante, fue uno de esos encuentros incómodos e inesperados, me miró a los ojos fijamente y si hubiera podido botarme del segundo piso lo hubiera hecho. Se fue del sitio en cuanto me vio llegar, muy apreciada mi bienvenida luego de 5 años sin vernos.

Gracias a SEO lo encontré.

Leí un par de artículos en su blog, allí encontré un mail y mientras chismoseaba sobre su vida sólo pensaba: ¿Por qué pedir perdón es tan difícil?. Tenía claro lo que quería decirle y en verdad sentía que recordaba las cosas que viví con él sin dolor, le deseaba lo mejor, la cagada la había hecho yo esta vez, quizás por eso lo sentía más difícil, no sentía rencor hacia él y me sentía motivada, así que decidí enviarle un mail.


Brillante idea:
¿Cómo sabré que leyó el mail? ¿Y si no lo lee? ¿Yo pidiéndole perdón a alguien?  - Apenas vea que es mío va a seleccionar y eliminar - ¿si lo leyó? ¡Fuck! Tengo que llamarlo.

Ring Ring:

-  ¿Aló?
-    Hola… ¿Andrés?
-    Sí, con él.
-    Hola, ¿cómo te va? Hablas con Diana Romero, ¿te acuerdas de mí?
-    Sí, claro... (3 segundos después) Obvio.
-    (Va a ser más difícil de lo que creí… pensé, además sentía un nudo en la garganta y sentía que se me iba a salir el corazón, compartimos un pasado pero ahora sólo somos dos desconocidos) Andrés, te llamaba para decirte que te escribí algo, a tu mail.
-    ¿Qué? ¿Cuándo? No he recibido nada.
-     No… ammm… lo envié hace unos minutos, agradezco lo puedas leer.
-     Ok. Bye.

(¡Uff! por lo menos no me colgó) Pensé.


Respondió mi mail esa misma tarde. Por el tono en que respondió, entendí que todos tenemos tiempos diferentes para perdonar.

Me sentí decepcionada.

Varios integrantes de la lista cuando hablamos me respondieron: “Fresca Romero, eso ya pasó, yo también quisiera que me perdonaras por los errores que cometí, todo bien” y quedamos bien, tampoco BFF (Best Friend Forever) quizás esperaba una respuesta similar, como mínimo otro tono en sus palabras.

Sinceramente, siento como si me hubiera quitado una carga de encima. Entiendo que no se puede tapar el sol con un dedo y en esta ocasión era yo quien se había equivocado en el pasado, habían pasado 5 años y todo ese rencor seguía allí, olvidado pero no perdonado. A pesar de eso, me siento bien conmigo misma, aprendí y sané ciertas heridas que consideraba caso cerrado, pero hasta que no los enfrenté no me di cuenta de lo contrario.

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